Nostalgia y Nicotina

A veces reconozco tu aroma en las prendas viejas, esas que aún guardo como trofeos de una guerra perdida. Huelen a una vida que ya no me pertenece, a una mujer que supo amarme y odiarme con la misma furia serena.

Te escribía poemas sin culpa, sin tregua, mientras la ciudad corría allá afuera con la prisa del que huye de sí mismo. Obsesionado con tu cuerpo, con esa risa que desafiaba la cordura, y ese sabor de tu boca que me embriagaba más que cualquier maldito licor.

Salté entre piedras por senderos que no llevaban a ningún lado, convencido —con la fe rota— de que alguna vez fuiste mía, o de nadie. Te deshacías entre mis brazos como el humo tibio de un cigarro mal apagado. Y al final, solo me quedaban mis vicios… y la impaciencia brutal de no tenerte.

¿Cómo saber si me amaste o solo me pensaste a ratos? ¿Si fui un alguien, o apenas una distracción con nombre y fecha de caducidad? El tiempo —ese verdugo elegante— borró cada trazo de nosotros con precisión quirúrgica. Hicimos lo único que sabíamos hacer; huir del presente, y enterrar, a cuatro manos, un pasado que nunca aprendimos a sostener sin que nos temblara el alma.

Promedio: 5

Scroll al inicio